viernes, 6 de julio de 2007

La entrañable transparencia.


Leía el blog de la Moni y me detuvo la foto del Che, la sinceridad con la que estaba su foto incrustada en el cibermundo nacida de la convicción de Moni.
Y si.
Que se vayan a la mierda los ancianos posmodernos que en cuerpos cuarentones o veinteañeros albergan un corazón de dinosaurio claudicante, que le temen al cambio y la rebeldía... O PEOR AÚN: lo creen imposible, trasnochado, pasado de moda o "cosasparacuandosetienenveinteaños". A la mierda esas mismas personas aburridas de cotidianidad que esperan el fin de semana para pasearse con su mediocridad en un shopping, que dicen "que todo esta de la chingada" y se sientan a ver TV.
Y no se si es peor eso o los chavales de mi edad que usan su playera de Chepillin y se sienten graciosos y rebeldes exhibiendo su estupidez; justamente en estos tiempos donde lo que nos hace falta a los jóvenes es vivir felices experimentando pero tratando siempre de recuperar la disgnidad y la seriedad en el análisis político, en las causas duras que vayan directo a despertar la escencia humana más solidarioa y colectiva.
Por eso me detuvo Mónica con su bella sinceridad de frescura innata, de cerebro lleno de letras y paradigmas humanistas, profundos por que son los más sencillos y elementales; los mismos paradigmas que (y métanselo en la cabeza) han hecho girar el mundo hacia algo más vivible.
Gracias Moni, una vez más.

"Sobre todo, sean capaces de sentir como propia cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo; es la cualidad más linda de un revolucionario" Ché.

1 comentario:

MÓNICA dijo...

Hacía falta escuchar esa singular vocecilla tuya hablando de revolución y cambios, de alegrías y juventud.
De repente visito tu blog y me encuentro gratas noticias, no es por metiche sino por quere sonreir un poco con todas tus ocurrencias y la bola de histias que van formando tu historia.
Si lo que escribo son o no palabras certeras, quien podrá decirlo, creo que son como bien dices palabras sencillas de un pequeño cronopio que está harta de la ciudad, que desea tener una casita en el campor y una pequeña chimenea.